Ultimo café en libertad.

Posted by Dabo on enero 18, 2005
Cibercultura

Un relato de Buho, sin desperdicio.


Ultimo café en libertad;

¡Maldita
sea!…no llevaba ni 3 horas durmiendo cuando lo despertó el motor
de un helicóptero sobrevolando su casa…era el tercero de la mañana…y
solo eran las 7. Cabrones…

Miró a su
alrededor, la semana había sido grandiosa, se había dedicado
cada minuto a aquel proyecto y por fin lo había conseguido. La
computadora emitió un pitido a la vez que se abría el lector
de DVDs, se acerco a ella y tomó el disco, aún caliente.
Al fin lo tenía. Había robado todo el proyecto del nuevo
juego de Sierra, Diablo 4, Made in Hell. Todo estaba en ese disco: códigos
fuente, archivos de imagen, audio, documentación detallada del
proyecto, cientos de miles de CDkeys…todo, y aún faltaban seis
meses hasta que la compañía lo pusiera a la venta, así
que tenía seis meses para decidir qué hacer con él.
Y ahí estaba la duda. Sabía que ese disco era una mina de
oro si explotaba todo su valor, podía venderlo el mismo en el mercado
negro, o podía venderlo al mejor postor entre las empresas de la
competencia, que lo comprarían gustosas, y en secreto, lo que le
proporcionaría una millonaria suma de diner negro, dinero que no
existiría para ningún organismo legal. Esa era sin duda
la mejor opción. Pero él era un hacker, tenía un
código, una ética que respetar, y esta le decía que
lo liberase sin más en las redes P2P, y lo compartiese con el mundo.
Al fin y al cabo, eso era lo que el defendía, la libertad. Demasiadas
imagenes lo sumergian en un mar de dudas… coches enormes, casas, bellas
mujeres… y al mismo tiempo usuarios que descargaban SU juego, y altos
ejecutivos tirándose de los pelos y maldiciendo al inútil
administrador de sus redes.

Otro helicoptero…maldita
policia… aquel atronador ruido, sin embargo, lo devolvió al mundo
real. Al parecer, no solo habia conseguido el Diablo, tambien había
conseguido convertir su cuarto en el Infierno, o en un vertedero municipal,
según se mire. Las cajas de pizza se amontonaban en el suelo junto
a botellas de coca cola y cajetillas de tabaco. Todo apestaba, él
también. Casi todas sus máquinas estaban encendidas, y todas
tenían una taza de café y un cenicero rebosante de veneno
marca Marlboro junto al teclado. La cafetera, sorprendentemente, aún
tenía café suficiente para otra noche. Llevaba varios días
sin ver la luz del sol, trabajando a oscuras, pero era hora de ventilar
todo aquello. Subio una persiana y abrió. El sol le cegó
durante unos segundos. Cuando se adapto a la tediosa luz natural vio varios
coches de policía pasando por su calle, despacio, escudriñando
cada rincón, al parecer… ha debido pasar algo muy gordo y…
el estruendo de otro helicóptero cortando el aire hizo que el sonido
de su último pensamiento fuera inaudible.

Sirvió la
primera taza de cafe del día y la dejo sobre la mesa para ir a
buscar un cigarrillo. Lo encendió y le dio una profunda calada.
Recordó lo fácil del ataque a la empresa. En realidad aquella
semana no hizo siquiera un ping a la empresa, aquel asunto ya estaba resuelto,
el mes anterior había estado paseando por la oficina central de
Sierra como un empleado nuevo, perfectamente trajeado y aseado, obteniendo
información… sonrió… uno nunca descubre lo que sabe
la secretaria del jefe hasta que se acuesta con ella, si señor.
La condenada tenía acceso a todos los documentos… contraseñas,
usuarios… aquello le indignó, sí, pero también
lo convenció de robar el proyecto. Si eso es lo que les preocupaba
la seguridad de su millonario juego, no tendrían problema con que
ÉL lo robase. Preparó cuidadosamente una legión de
zombies que armarían un poco de ruido y disfrazarían su
presencia. Un keylogger programado por el mismo, y un root kit es todo
lo que iba a necesitar una vez que aquella chiquilla creyó dar
un empujón a su carrera acostandose con el «director de relaciones
públicas»… sonrió otra vez, y volvio a chupar su
cigarro.

Todo ruido cesó.
Dos pares de botas pasearon por el piso de arriba, y escucho sus voces.

-¿Cómo
vamos a sacarlo de ahí?

-Seguramente tengamos que romper la ventana y sacarlo por la fuerza, el
muy jodido pesará 200 kilos y seguro que nadie lo ha movido de
al lado de ese ordenador en años.

-Ni hablar, el jefe dijo que nada de violencia ni destrozos.

-Lo sé, en cualquier caso, tendremos que esperar a que llegue el
teniente.

A los cinco minutos
llegaron más botas, y más voces debatían sobre como
iban a sacar «aquello». Y por fin lo entendió, una punzada
de adrenalina se le clavó en la espalda y cortó su respiración.
Le habían encontrado. Mierda. ¡¡¡»Aquello»
era el!!!

Comenzo a andar intranquilo por toda la habitacion. Dejo el cigarro a
medias y encendio otro. Tenía que hacer algo. Escapar. Si, escapar.
Idiota, no, no has oido las sirenas? Los Helicopteros? No puedes escapar.
Otro cigarro. Su cuerpo era pura adrenalina, la misma que corria por sus
venas cuando atacaba un servidor y que ahora lo estaba matando. Destruir
pruebas, si, eso era. Pero tenía poco tiempo. Busco entre la basura
una papelera de metal y la puso sobre la mesa. Metió en ella el
CD y fue a buscar alcohol. Los nervios lo mataban.

No hay tiempo…

Mierda, aquello no
podía ser por un estupido juego, tenía que haber algo más…
repasó todas sus acciones de los ultimos meses hasta que…Oh no,
mierda, joder, eso ocurrio hace más de un año, ya se habrían
olvidado de ello. Solo había violado su norma numero 1 aquella
vez. No meterse con el gobierno. Joder, no. Otro cigarro. Pasos cada vez
más rapidos sobre su cabeza. Su respiración cada vez se
entrecortaba más. Si no era por el juego, cualquier disco de su
casa podía inculparlo en cientos de delitos informáticos.
Tenía que hacer algo…

Destruirlo todo…

No hay tiempo…

Los pasos y las voces
eran cada vez más potentes, pero no las escuchaba. Encendio otro
cigarro y derramó la taza de cafe. Mierda. Cogió casi todos
sus discos y los echo a la papelera metálica. Los roció
con alcohol y le prendio fuego a todo. Encendio otro cigarro y le dio
una gran calada. La nicotina ya no era efectiva, necesitaba algo más
duro. Morfina… o un disparo en la cabeza. Se volvio a sumergir el sus
pensamientos, a imaginarse en la carcel , cara a cara con los presos,
pero él solo era fuerte en la red, tras una pantalla. El disco
duro. Tenia Gigas y Gigas de Software ilegal, conseguido en sus ataques
a grandes empresas y de formas no tan elegantes.

No queda tiempo.
Mierda.

Subio la torre a
la mesa y la abrio a toda prisa. Otro cigarro. Cogió la cafetera
y la vació completamente sobre los circuitos. Aquello fue impresionante…
se había olvidado de desenchufar la máquina y todo se fundió,
como el quería, chispas y humo inundaban la habitación…
y entonces oyó llegar el final.

-¡¡Echad
las cuerdas, lo sacaremos por la ventana!!

Era el fin, vio dos
gruesas cuerdas negras caer por delante de su ventana.Ahora bajarían
ellos. Me llevarán y se habrá terminado. Apuesto a que ninguno
de mis vecinos pensaba que bajo ellos vivía alguien digno de tal
operacion policial.

Mierda. Se acabó…es
el fin

Las cuerdas se tensaron.
Ahora aparecerían ellos. No había pasado tanto miedo en
su vida. Cabrones malnacidos. Bajarían con sus esposas, sus gafas
de vision nocturna, sus rifles de asalto y su piano. ¿Su piano?
Mierda. Mierda… mierda mierda mierda. No lo podía creer. Se mudan
los vecinos. No pudo contener la risa histerica al ver que todo era producto
de su paranoia y que sus GEOS eran albañiles…

Abrió los
ojos. Aquel gran piano de los vecinos siendo bajado desde la ventana,
y sobre él un obrero… tal vez el «teniente», totalmente
estupefacto, boquiabierto. Contemplando la escena sin decir una palabra
La escena que se presentaba ante sus ojos era totalmente surrealista.
Un ordenador echando chispas, una papelera en llamas, unos 15 cigarrillos
encendidos y humeando en distintos ceniceros y un loco temblando de risa
entre docenas de cajas y botellas de plástico…y todo a las 7
y media de la mañana…

Buho.

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