La puerta de la casa daba a un callejón poco concurrido del casco antiguo, pero cada vez que escuchaba unos pasos del exterior corría a asomarse y siempre se quedaba clavada en la acera al descubrir que no era él.
No dejaba de recordar su imagen vestido de militar con el macuto al hombro, desde la puerta le había dicho "esperame no estaré fuera mucho tiempo", pero la guerra acabó y él no regresaba, lo busco en las listas de muertos, heridos o desaparecidos sin encontrarlo.
Después de tantos años no podía resistir el impulso de salir corriendo al escuchar el eco de unos pasos en la calle, ahora no corría tan rápido como hace años, en una de sus carreras al grito de "ahora sí" tropezó con el peldaño de la puerta y el crujir de la cadera se sumó al eco de los pasos que se alejaban, sus carreras eran mas lentas si, pero el roce de su falda aun desgastaba ese peldaño de madera.
El tendero de la esquina se sorprendió al ver que la puerta permaneció cerrada después de pasar él, como siempre se giró para dar los buenos dias a la anciana que salía precipitadamente todas las mañanas, pero ayer no salió.