Amigos, un articulo para complementar:
El acuerdo de Kioto representa un primer paso, pero no es suficiente para luchar contra una de las más grandes amenazas sobre el medio ambiente. El cambio climático, o calentamiento global, es principalmente el efecto de haber aumentado 12 veces las emisiones de dióxido de carbono (CO2) durante este siglo, como consecuencia de la combustión de carbón, petróleo y gas para obtener energía. WWF/Adena desearía ver compromisos renovados por parte de los gobiernos y las empresas para luchar más efectivamente contra el cambio climático, que amenaza el bienestar de la sociedad y del medio natural del que todos dependemos.
Los gobiernos deben examinar nuevamente sus compromisos con el “objetivo último” del Artículo 2 del convenio del Clima de las Naciones Unidas: prevenir un cambio climático “peligros” mediante la estabilización de las concentraciones de los gases invernadero en la atmósfera. “Tal nivel debe alcanzarse dentro de un marco temporal suficiente que permita a los ecosistemas adaptarse naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no sea amenazada y que el desarrollo económico pueda continuar de modo sostenible.”
Por todo el mundo se acumulan evidencias físicas de que el cambio climático está ocurriendo ya. Lo que muestra claramente que los gobiernos están aun haciendo demasiado poco para reducir sus emisiones de gases tales como el CO2, que sería la única manera real de estabilizar las concentraciones atmosféricas a niveles seguros.
A principios del 2005 entró en vigencia en todo el mundo el Protocolo de Kioto, después de la aprobación del tratado por parte del Parlamento y del Ejecutivo ruso, cuyo representante depositó los documentos de ratificación el 18 de octubre último en manos del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan.
Rusia representa el 17 por ciento de la emisiones contaminantes globales, y con su incorporación se alcanza la cuota de 55 por ciento de las emisiones planetarias entre los países que ya han ratificado el tratado, requisito establecido para que entre en vigencia. Los 126 países que hasta ahora lo habían firmado sumaban el 44 por ciento de las emisiones.
Los países y sectores productivos que no puedan reducir sus emisiones, tendrán la posibilidad de adquirir en países menos contaminantes unos derechos "excedentes", en la forma de bonos transables en el mercado. Esto, con el fundamento que el aumento de la temperatura a causa de los contaminantes atmosférico afecta al planeta en su conjunto, por lo que no importa dónde se produzca la contaminación -o, en este caso, la descontaminación-, el efecto benéfico se sentirá también en todo el planeta.
Desde sus inicios este sistema ha generado críticas alrededor del mundo, pues hay quienes consideran que éste será un mecanismo para que las industrias de los países más ricos, que son las que más contaminan, busquen en países e industrias pobres formas más fáciles y baratas de disminuir emisiones, en lugar de enfrentar el desafío de buscar alternativas menos contaminantes en sus propios países e industrias.
El inicio del protocolo, era indispensable luego de la deserción de Estados Unidos, cuyo Presidente, [b]George W. Bush, incluso ha sostenido que no cree en el calentamiento global como verdad científica[/b] :X. La nación norteamericana desestimó suscribir el acuerdo por estimar que le resultaría muy caro cumplirlo, y porque le pareció injusto que estableciera cuotas de emisiones sólo para los países más ricos y no para las naciones en vías de desarrollo.
La Unión Europea, a estas alturas el principal impulsor mundial del acuerdo de Kioto, ya tiene aprobado un reglamento que regula el funcionamiento del tratado para los países miembros -estableciendo cuotas de emisiones por países y sectores industriales-, que entra en vigencia el primer día del 2005.
EL AIRE TAMBIEN SE VENDE
Sin embargo, entre los ambientalistas y los ciudadanos comunes, persiste la preocupación por el futuro del planeta, y las dudas respecto a la real capacidad del Protocolo de Kioto para frenar el calentamiento global del planeta. Representantes de movimientos sociales de todo el mundo han rechazado la afirmación de que el comercio de carbono detendrá la crisis climática.
Una declaración recientemente difundida a través de internet sostiene:
"Los gobiernos, las agencias de crédito a la exportación, las corporaciones y las instituciones financieras internacionales siguen apoyando y financiando la exploración y extracción de combustibles fósiles y otras actividades que incrementan el calentamiento global, como la degradación y destrucción a gran escala de bosques, mientras dedican sumas irrisorias a la energía renovable. La historia ha sido testigo de intentos de mercantilizar la tierra, los alimentos, el trabajo, los bosques, el agua, los genes y las ideas. El comercio del carbono sigue los pasos de esa historia y transforma la capacidad de reciclar carbono de la Tierra en un bien objeto de compra y venta en el mercado mundial. En el proceso de creación de esta nueva mercancía -el carbono- la facultad y la capacidad de la Tierra de sostener un clima que haga posible la vida y las sociedades humanas están pasando a manos de las mismas corporaciones que destruyen el clima".
En efecto, cada día nuevos informes de científicos y de organizaciones internacionales añaden una nueva arista al panorama de sobreexplotación de los recursos y contaminación ambiental del planeta.
Todas las mediciones científicas, incluidas las de la Nasa, constatan que el nivel de los océanos está aumentando en forma sostenida y, como contrapartida, los glaciares, tanto en los polos como en las altas cumbres -desde Los Andes a los Alpes- se derriten a un ritmo acelerado a causa de un aumento en la temperatura que se estima de entre 3 y 3,5 grados en el último siglo. En los últimos 15 años se han registrado drásticos cambios en la geografía de la Antártida, afectando unos 240 kilómetros de línea costera.
El Informe del Planeta Viviente 2004, del World Wild Fund for Nature (WWF), señala que la humanidad vive un 20 por ciento por encima de sus posibilidades. Particularmente grave es la sed de energía que domina el mundo, pues entre 1961 y 2001 se septuplicó la demanda energética a nivel mundial. Uniendo este factor al crecimiento de la población, se llega a la conclusión que para el año 2050 serían necesarios 40 planetas como la Tierra para satisfacer nuestras demandas. "Estamos gastándonos el capital de la naturaleza más rápido de lo que se puede regenerar", señala Claude Martin, director del WWF.