Al llegar a Santiago me detuve a ver pasar el tempo, es curioso pero gracias a la fotografía aprendes a observar con calma y disfrutar de los sitios de otra forma, puedes observar un mismo espacio y dejar que cambie, en cada cambio una imagen surge por si sola.
Sobre la plaza de la catedral la gente camina, corre, charla, grita, rie, y constantemente el espacio se hace diferente, donde antes había hombre pensativo con cara de procupado ahora una pareja discute, ella le riñe animadamente escondiendo una media sonrisa y él agacha la cabeza y de un salto la agarra por la cintura haciéndole soltar una carcajada, un chico pasa corriendo, dos abuelas vestidas de domingo miran con desaprobación a un grupo de jovenes que aparecen gritando, todos con las mismas camisetas rojas con un escudo garabateado imposible de descifrar, una chica joven espera de pié en el mismo sitio desde hace rato, con la vista fija en el arco que sirve de entrada a la plaza, cuando ve aparecer un chico que se dirige hacia ella se dá la vuelta y se hace la despistada, una pareja con aspecto de recien jubilados andan unos pasos y se detienen, andan algunos pasos mas y sevuelven a detener, el hombre hace el amago de sacar una fotografía pero continua andando, sin soltarle del brazo ella le mira con cara resignación mientras suelta un suspiro y se deja arrastrar.

Me senté en unos escalones en la plaza que hay detrás de la catedral donde como yo muchos descansaban a la sombra de la catedral, al cabo de un rato el lugar había cambiado, la sombra de una torre avanzaba sobre la fachada de un edificio, haciendo que una imagen tomada unos minutos antes fuera ahora totalmente distinta.

Delante de mí una chica se despedía con un beso del que debía ser su novio, al cabo de un par de minutos se recogió el pelo y se recostó sobre los escalones comodamente mientras un grupo de escolares buscaban sombra al fondo de la plaza, esta imagen por azar me resultaba completamente equilibrada, la chica tendida siguiendo la linea de los escalones, la sombra de la torre que ahora estaba justo encima de ella y una pareja sentada que acentuaba la diagonal de los escalones, una diagonal opuesta formada por el edificio y con los escolares creando un punto de interés, y al fondo una pareja de perros que se acercaba a mí.
Cuando los perros llegaron hasta el pie de los escalones se detuvieron, saltaban uno sobre el otro, se detenian, se olisqueaban, y volvian a los saltos, de pronto se detuvieron uno mirando hacia los escolares que ahora subían los escalones como un gallinero en movimiento y el otro miraba en dirección contraria,

donde dos hipihopos, que dirían los hermanos Cohen, habían plantado un tenderete provisional en esa puerta que solo se habre cada no se cuantos años cuando el día de Santiago cae en domingo, uno ordenaba las multiples chorradas que luego algún turista comprará y que sorprendentemente no descubrirá lo hortera, ridicula e inutil que es hasta no llegar a casa, su compañero practicaba juegos malabares con unas pelotas con bastante poco exito a la razón de las veces que se agachaba a recoger las pelotas, mas en el suelo que en sus manos.

Me levanté bajé los escalones y recorrí la plaza hasta el extremo contrario, me volví y un cincuentón con bermudas hacía una fotografía a la parte trasera de la catedral, le encuadré con mi cámara y nos chicos aparecieron corriendo tras una pelota intentandola coger mientras botaba por la plaza haciendo de la imagen bastante mas interesante, en ese momento no me dí cuenta pero desde el fondo de la imagen la chica que yo había fotografiado de espaldas seguía sentada en los escalones y me estaba incluyendo en una foto que estaba haciendo de la plaza, lo descubrí al llegar a casa y ampliar esa zona en la pantalla del monitor.
