Leía este fin de semana en El País que España llama la atención en Europa por la vertiginosa velocidad de adaptación a la última modernidad sin haber pasado por las etapas anteriores, y cuyo ejemplo más estrepitoso son los eurorécords de consumo juvenil de esas nuevas tecnologías de bolsillo: móviles, Internet, videojuegos, bitácoras, iPods, messenger y demás pantallitas planas. Sin embargo, nuestras normalizaciones nos llegan todas por el consumo y ninguna por la producción, esto es, apenas existen productos tecnológicos españoles que se encuentren en primera división, y simplemente nos limitamos a utilizar inventos extranjeros.
Quizás esto se deba a la poca inversión en el I+D en nuestro país, pero pienso que también, y no me cabe duda, en la poca confianza que tenemos los españoles en nosotros mismos.
Ejemplos de ello ha habido varios estas semanas. Por ejemplo, la iniciativa de Martin Varsavsky con su Fon, una tecnología que pretende crear un red wifi gratuita en el mundo. Era una idea extraordinaria y, antes de que la desarrolláramos y la lleváramos a buen puerto, ya la hemos vendido a Google para que se quede con las ganancias del pastel.
O ahora que tanto y tanto se habla de Quaero, el buscador francoalemán, y se le considera una alternativa a Google en Europa, nadie se acuerda de Noxtrum, el buscador español lanzado en diciembre del año pasado(
http://es.wikipedia.org/wiki/Noxtrum). Quiero decir, a nosotros ya se nos ocurrió antes plantarle cara a Google. ¿Y por qué nadie habla de ello? ¿Por qué se le da tanto bombo a Quaero? ¿Porque el presidente francés de turno dé una rueda de prensa? ¿Por qué Noxtrum no puede ser la alternativa de Google en España?
¿Qué es, en definitiva, lo que hacemos mal?