Hace 10 días vi un gatito de 3 meses en una casa de campo, mal nutrido, con un ojo malo. Me dio pena y me lo traje a casa así, sin pensar. Lo metimos en una caja y al coche. El pobre se mareó en el camino y cuando abrí la caja estaba para darle un baño a fondo.
Estuvo escondido detrás de un mueble durante unas horas, hasta que lo saqué y lo mandé a la terraza. Allí se pasó, debajo de un mueble y sin probar ni agua, todo el domingo. Pero al final salió. Instinto de supervivencia.
Hoy está que ya es otro, se pasa el día durmiendo, comiendo y jugando.
Ah, traía ¡¡¡pulgas!!! y me infecctó la casa de esos graciosos saltarines. De un sábado que me lo traje hasta el jueves que lo llevé al veterinario y le puso la pipeta... imaginaros.
En fin, ya me dijo ayer el veterinario que dentro de 10 ó 15 días las pulgas han desaparecido, porque para vivir y completar su ciclo necesitan picar al gato, y claro, si le pican se mueren.
No tiene nombre aún. Le llamo Chiquitín, pero al ritmo que va pronto se que la va quedar el nombre pequeño. Espero sugerencias para bautizarlo.

Me olvidé contar que aquella misma noche en que me lo traje, entró en la finca un gato grande y mató a los 3 hermanos más enanos de Chiquitín. Según me explican, lo hizo para que la madre dejara de mamar y se ponga en celo... ¡Vaya con la naturaleza!