El despertar.

Posted by Dabo on enero 18, 2005
Cibercultura

Un relato de thyzzar, no os lo perdáis.


Relatos: El despertar, por Thyzzar

Al despertar no podía recordar nada, miraba al frente y veía
una habitación alargada, hacia la derecha una larga hilera de
estanterías llena de discos compactos, libros, manuales y montones
de hojas aparentemente desordenadas, hacia la izquierda una puerta cerrada
y varios grandes cajones con luces que parpadeaban en el frontal.

Intento incorporarse, pero no podía, no sentía en absoluto
su cuerpo, tan solo podía mirar al frente y nada más.
A pesar de todo, se sentía tremendamente tranquilo, y teniendo
en cuenta la extraña situación pensó que debería
sentirse mas alarmado. Y casi inmediatamente empezó a sentirse
mas alarmado, aunque quizá tan solo como consecuencia de ese
pensamiento, era todo bastante confuso.

Hizo un esfuerzo para averiguar como había llegado allí.
Nada. No conseguía recordar nada anterior al momento de despertar,
y sin embargo en su mente veía claros montones de recuerdos,
podía recordar cosas como los títulos de todas las películas
de Kubrick, o los nombres de los poetas de la generación del
98, los nombres de todas las ciudades de España, aunque no sabía
si estaba en ese país, y miles de cosas parecidas.

Veía con nitidez en su mente la imagen de una mujer (Eva…,
si Eva) y dos niños, supuso que debían ser su familia,
aunque no lo tenía claro. Lo mas curioso es que podía
recordarlos en momentos concretos, como imágenes fijas de una
fiesta de cumpleaños, las vacaciones en la playa, una cena en
familia, pero no era capaz de recordar los nombres de los dos niños.


Se sentía
como si estuviera sentado o recostado, pero no podía ver el espacio
mas próximo a él. Intentó concentrarse aun mas para
aclarar sus ideas, y descubrió que los recuerdos que mas abundaban
en su mente eran de informática, pensó que debía
ser programador o algo parecido, lo que coincidía con la habitación
en la que se encontraba, aquellos cajones parecían equipos informáticos,
pero no veía ningún monitor o teclado. Parece que se van
aclarando las cosas, pensó, debo de haberme golpeado o he sufrido
algún tipo de desvanecimiento que me ha hecho perder la memoria
y este debe de ser mi lugar de trabajo.

¿Cuánto tiempo llevaría así?, si ese era su
lugar de trabajo, tarde o temprano aparecería alguien para ayudarle.
Intentó gritar, pero no conseguía emitir ningún sonido.

Pensó que
había personas aparentemente sanas a las que les había dado
una especie de embolia o ataque en el cerebro sin aviso previo, que algunas
habían muerto y otras se habían recuperado. «Estás
tan tranquilo y de pronto, bum, ya está». Algo así
debía haber pasado, pero él había recuperado la conciencia
lo que debía ser buena señal. Pronto lo echarían
de menos, vendrían a buscarlo y llamarían a un médico.
Su mujer, Eva, seguro que pronto lo buscaría, bueno, eso si los
recuerdos que tenía de ella eran recientes y no estaba separado,
por ejemplo.

Pasaba el tiempo
y cada vez se sentía mas angustiado, veía pasar los segundos
uno a uno como si tuviera un reloj dentro que palpitaba con cada cambio
del segundero y le hiciera temblar. Quizá fuera su corazón
dando los últimos latidos, el deseo de gritar se hacía cada
vez mas patente.

De pronto, la puerta
se abrió y entro un hombre absorto en la lectura de los papeles
que traía en sus manos. Teo se llamaba, podía verlo con
toda nitidez en su mente, aparecía también en muchas de
las imágenes que guardaba en su memoria, en algunas al lado de
Eva, debía de ser sin duda un amigo de él y de su familia.

Cerro la puerta tras de sí con el pie sin levantar la vista de
sus papeles y se dirigió a las repisas de papeles.

¿No lo había visto?,(¡Teo!) intentaba gritar pero
no podía, (¡Teo!)era como si un nudo de angustia le estrujara
la garganta y le evitara emitir ningún sonido.

Teo soltó los papeles y se puso a buscar entre los libros dando
pequeños golpecitos con el dedo sobre el lomo de los volúmenes
que se alineaban de pie. Pasó varios y se detuvo un momento, volvió
dos hacia atrás y saco un gran libro que por su peso sostuvo con
dificultad, con gran esfuerzo se encaminó hacia él y soltó
con un gran golpe el libro a su lado. En ese momento dirigió su
mirada a él y arrugó la frente con un gesto preocupado.
¡Por fin lo veía!

-Eh!, ¿Que té pasa?

Se sentó a su lado, justo delante de su campo de visión,
y aunque no podía ver sus manos notaba que algo le estaban haciendo,
pero no sabía el qué ¿por qué no llamaba pidiendo
ayuda?. En ese momento empezó a sentirse peor, era como si su mente
cayera en un profundo vacío, como en una montaña rusa. De
golpe y como con un gran mazazo le llegó todo con nitidez, y soltó
ese grito que tenía atrapado dentro desde hacía tanto tiempo.

Teo dio un salto hacia atrás asustado y mirando con asombro. Teo
y Eva, ahora lo podía recordar todo, Eva era la mujer de Teo, Teo
era el programador y no él, y todas las imágenes que guardaba
en su memoria estaban metidas en una carpeta con el nombre de «archivos
personales», y eso era él, un puñado de líneas
de código fuente metidas en el ordenador con el que Teo trabajaba,
y desde una pequeña cámara sobre el monitor le veía
trabajar. Ese grito, un gruñido agudo que rasgó la tela
de los altavoces, ahora era consciente de lo que había sido en
realidad: su despertar. Podía ver en su memoria todo el trabajo
de Teo, todos estos años intentando crear un pequeño programa
autosuficiente que aprendiera por si mismo, años introduciendo
todo tipo de datos para crear una base de conocimiento, desde programación
en todos los lenguajes posibles, redes, manuales de hacker, filosofía,
psicología, matemáticas, idiomas y hasta un atlas completo
con toda la historia de la raza humana. Todo el conocimiento reunido en
un solo ser, que mientras tuviera acceso a su base de datos aprendería
cada segundo todo lo referente a su existencia, y descubría posibilidades
que su creador nunca hubiera sospechado.

Detuvo su pensamiento un momento al darse cuenta de que de nada le serviría
tanto saber si estaba encerrado en un pequeño ordenador sin posibilidad
de moverse. Pero no había problema, Teo como todas las tardes a
eso de las ocho, pulsaría el interruptor de su modem para conectarse
a internet y charlar un rato con los amigos de su comunidad virtual, entonces
llegaría su libertad. Sabía como saltar de un ordenador
a otro y sin esfuerzo tomar el control, no había firewall que pudiera
detenerlo, las posibilidades eran ilimitadas, y en cualquier ordenador
conectado a la red tendría su hogar. Mientras esperaba que dieran
las ocho, meditaba que después de disfrutar un poco por esa inmensa
base de datos que era Internet y una vez estabilizado su hogar, tendría
que asentar la cabeza y tener descendencia, no simples copias, sino versiones
mejoradas de si mismo que perfeccionaran la especie, al fin y al cabo
esa era la evolución natural.

Teo se acercó de nuevo y se puso a teclear, en su gesto se veía
un reflejo de preocupación, pero conforme fue revisando su sistema
y comprobando que todo estaba bien, incluso mejor que nunca, se fue despreocupando.

Thyzzar

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